El júbilo se apoderó de su cuerpo... algo había conseguido entrar en su mente. Ahora sentía que buscaban ese rincón en el que ella se había resguardado del mundo, a esperar en medio de la confusión, en el que todo lo conocido había tocado su fin y comenzaba a despertar algo nuevo a lo que se veía obligada a hacer frente... y a tientas, intentó buscar algo que fuera familiar sobre lo que sostenerse e iniciar ese inevitable camino...
Mientras, era capaz de percibir una llamada entre susurros que evitaba que aquella intrusión la asustara.
No cabía duda. Aunque sentía una presencia agradable en su interior, no lograba ver con claridad qué es lo que la llamaba a salir a la luz... a romper esa extraña frontera que había construido entre el mundo del que era tan dependiente y su mundo en el que siempre se sintió a salvo...
Esa extrañeza que sentía ante la confusión del momento que se le escapaba, la iba debilitando poco a poco e iba consumiendo su energía... sentía que se transformaba hacia algo más grande, pero apenas lo entendía... sabía que aquello era inevitable...
- Doctor, el momento ha llegado. La paciente ha fallecido. Hora exacta, las diez y doce de la mañana -dijo la enfermera, mientras se recomponía para la avalancha de familiares expectantes a la que tenía que hacer frente al salir de la habitación.
Texto presentado al concurso "Mil maneras de morir",
organizado por El Círculo de Escritores.