Hoy, 1 de octubre, es el día
Internacional de las personas mayores. Este día es reconocido por la Naciones Unidas
para recordar la problemática de las sociedades que envejecen, de manera que se
llevan a cabo eventos especiales y celebraciones para recordarnos el rol que
han desempeñado nuestros mayores en diversos ámbitos de nuestras vidas,
empezando por el más pequeño e íntimo, que es el de la unidad familiar.
Potenciando el significado que nuestros mayores han tenido en generaciones más jóvenes, se trata de concienciar acerca de los límites físicos que su edad les impone, de las dificultades mentales que llegan a desarrollar involuntariamente, de los valores sociales con los que han impregnado a las generaciones venideras y cuyo futuro ha sido posible en virtud de sus esfuerzos...
¿Acaso el individuo no es capaz de desarrollar un lazo de unión con el pasado cuyo símbolo más importante son nuestros mayores?
Nuestra concienciación sobre su situación nos debería hacer desarrollar estrategias que puedan vertebrar formas de actuar que los ampare en aquellos aspectos que se vuelven disfuncionales en ellos por la edad, si bien es cierto que no todo son pensiones que pueden fluctuar a tenor de políticas estatales cuyos objetivos no las prioricen, una paga decente, que además pueda cubrir una salud que se deteriora, les puede aliviar la carga de los años que les quedan, pero el mayor peso debería estar en el desarrollo de la afectividad, que necesitan tanto como el aire que respiran.
Su propensión a sentirse solos, desamparados y muchas veces desubicados de lo que ellos consideran sus hogares, deberían ser premisas para trabajar acerca de una rutina diaria y constante que concilie su edad y esa frustración que desarrollan y reencontrar los lazos familiares que parece que la vejez los ha transformado y los ha sentenciado al olvido por aquellos que vienen por detrás de ellos, pero sobre todo, hay una asignatura pendiente: quererlos y cuidarlos deberían ser sinónimos de su bienestar y del indisoluble lazo familiar.
¿Cuántos son olvidados al destierro de la soledad por las familias que han creado? ¿Cuántos son olvidados en residencias que lavan la conciencia de quienes les dejaron? ¿Cuántos son olvidados como una carga a la que no están dispuestos ni a valorar su compañía?... Si reducimos su presencia a lo mínimo porque ya no los consideramos "útiles"... ¿qué podemos esperar cuando nos toque?...
Y mientras, sus ojos no nos engañan... nos miran insinuantes dejándonos saber que algún día nosotros ocuparemos el trono de la vejez y recogeremos la misma siembra con la que ahora les pagamos sus años. El tiempo les dará la razón y aquellos que no trabajaron la afectividad que tuvieron que desarrollar en su momento, cuando llegue el nuestro, tendremos menos de lo que nosotros les dimos a ellos, a nuestros mayores. Sí, menos aún si cabe, pues no habremos enseñado nada a los que vienen detrás nuestro. No habremos sido un ejemplo. Y sin valores, sin lazos familiares fuertes construidos, la vejez se presenta totalmente árida para quienes no la cultivaron.
El tema de la prolongación de la vida da para mucho, para mi es una forma horrenda de tortura moderna, te prometen vivir hasta los 100 años, pero nadie dice con qué calidad de vida llegarás.
ResponderEliminar¿El olvido de los más jóvenes? ¿Qué se puede decir, cuándo la sociedad hace todo pensando en lo teen y después de los 40 todos se empiezan a sentir inquietos?.
En el actual sistema de vida ¿podemos pedir a nuestros descendientes que se ocupen de nosotros?.
Soy una persona "adulta mayor", como se dice ahora para dejar la palabra viejo como un insulto, que se suele usar mucho a la hora de que te ven manejando, por supuesto que necesito el afecto de mi hijo; pero así como mis padres me enseñaron a mí, yo se lo transmití a él, no quiero ser algo a lo cual se visita por obligación o para que la "viejita" no este tan sola, cuando la carrera por la supervivencia, alguien que ya ha vivido su vida a su manera (y por ahora sigue igual) es plena y sensiblemente consciente de que tal vez me toque lo que no me gusta, el geriátrico, la ausencia y la nostalgia, pero no pido a los que me siguen que se sacrifiquen por mi, solo pido, si algo se me permite, que la vida tenga algo de piedad y me elimine antes de que aparezca la incapacidad. No soy negativa, al contrario soy muy realista, a través de mi profesión y de mi experiencia personal aprendí mucho y ésta es una de las lecciones, aceptar el retirarse a tiempo.
Si pienso que la sociedad debe empezar a pensar en nuevos sistemas más dignos donde ubicar a sus mayores, pero eso es otro tema.
Saludos Sonia y gracias por recordar a los mayores, aunque no coincidamos totalmente en cómo hacerlo.
Hola Mirta, más que sociedad, prefiero hablar de la unidad familiar, que es la que al final, cuando llega el momento, la que tiene la última palabra.
EliminarComo bien dijiste, tú transmitiste esos valores a tu hijo y considero que así debería ser. A muchos se nos ha enseñado así. La lástima es que tengo la sensación de que algunos que también recibieron los mismos valores no son conscientes de la forma de actuar con sus mayores hasta que les toca pasar por la misma piedra.
Es cierto que muchos piensan que una retirada a tiempo antes de verse incapacitados es una solución, pero yo hasta el momento no soy capaz de verlo así. Se me enseñó a valorar la vida y no me entra en la cabeza pensar en reducirla voluntariamente ni dejar de luchar por la vida, pero entiendo que este es un punto difícil para muchos.
Entiendo tu parecer y en el fondo sé que no es ser negativo. Discúlpame si mi pretensión es retener a “nuestros mayores”, porque la crueldad de la vida a veces es difícil de llevar y ser consciente de que alguien que te ha abierto al mundo ha de apartarse por “inútil” o porque ya no representa lo que era, se me hace difícil aceptarlo.
Y considero que cuando uno deja de ser útil a la sociedad, aún le debería quedar esa unidad familiar. Quizá el tiempo y la experiencia me abra los ojos y me haga ver las cosas de otra manera. Quizás, pero para entonces, Dios dirá. Un saludo!