viernes, 31 de julio de 2015

Alzheimer


Llegaba el momento, Isabel abrazaba las fotografías de su familia y pensaba con añoranza en su vida. El diagnóstico de alzheimer no dejaba duda. Pronto todo sería papel pintado cuyo aroma habría perdido esa esencia que lo dotaba de sentido. La vida le había dado mucho y ahora se cobraba con alevosía esa parte que tanto le era querida, pues en poco tiempo se olvidaría de su familia, de su hogar y de quién era ella misma.

Había creado un mundo, su mundo y ahora ni siquiera sería consciente de cómo, todo recuerdo y toda memoria de su paso, quedaría menguado en los confines de una fría habitación donde ni las paredes le recordarían lo bueno que había vivido. Su casa dejaría de ser su hogar para convertirse poco a poco en el claustro de su propia mente, que a oscuras, jamás volvería a ver luz...

¿Qué mal hizo? ¿En qué momento pudo aparecer? y lo peor de todo... ¿por qué?

Cada vez que lo pensaba, no hallaba respuesta a nada. Simplemente, la vida le quitaba su esencia, cuanto era, hasta ser simplemente un cuerpo desvalido y disfuncional donde nada tendría ninguno sentido, esperando sólo a ser consumida por un tiempo que se le escapaba a toda previsión...

A su lado, las manos de su marido la hacían volver de nuevo mientras su voz le decía: "aunque tú no sepas quien soy yo, yo sí sabré quien eres tú".



¡MUCHAS GRACIAS!

¡MUCHAS GRACIAS!
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