sábado, 21 de febrero de 2015

El fin del mundo

  
Se iba hacer de nuevo. No era la primera vez… Se habían reunido de nuevo y planeaban un nuevo comienzo tras el último final que tuvo el universo al contraerse. Comenzaba el debate de los incansables, que luchaban por seguir existiendo en una renovada y constante evolución y los que, hartos de un continuo ciclo repetitivo, pedían por un descanso eterno.

Y así hablaron:

- Uniremos todas esas almas esparcidas por el universo y las renovaremos en distintos mundos para los cuales cada una recibirá un elemento que se adapte mejor al entorno y volveremos a una tierra sin vida donde absorberemos su esencia y desparramaremos en ese mundo nuestro sueño. Así, quedará atada el alma a cada mundo en un intento de olvidar las sombras del pasado. La esencia de las cosas quedará grabada en todo, de forma que ninguna exista sin la otra y quedará cubierta toda su superficie de un manto de flora y fauna que permita recordar a las almas que no están solas…

- Pero la eternidad cubre un tiempo maldito, cuyo ánimo no mengua ni al final de los tiempos. Desesperanza es lo que habita en ese halo de anhelo por encubrir  las ilusiones que la mente humana creó hace ya tanto... y no veremos un mañana, ni un futuro cierto. Quizá haya que comenzarlo todo de nuevo… y volveremos a esa continua eventualidad de aciagos momentos que se entrecruzarán para volver a nacer el mismo día en el que nuestras formas adoptadas mueran y entre tanto, todo se cubrirá de oscuridad mientras cobramos la forma idónea para adaptarnos al mundo en el que apareceremos vivos... quizá, perdiendo una parte de lo que somos, y nuestra sombra será etérea y tan fugaz como inestable... el mundo  no será mundo... será un almacén lleno de datos corrompidos que habrá que resetear cuando alcancen su madurez... y así seguirá  siendo hasta el fin de los días conocidos...

Nuestra maldición será revivirlo una y otra vez, hasta que nuestras almas se desgasten y fluyan como polvo cósmico en un intento de retornar al pasado donde nunca debieron de ser liberadas de su esencia. Hasta entonces no conocerán descanso...

Y en el proceso de formación, nuestro mundo irá cayendo en la oscuridad y en tinieblas, que no nos permitirán caminar libres mientras tengamos forma efímera, pereciendo hasta que encontremos la libertad del alma, momento en el que abandonaremos su carne y tras lo cual, aunque miremos atrás, no reconoceremos lo que una vez vivimos.

- Quizá en esta ocasión la evolución alcance su máxima y las almas alcancen su plenitud, completándose el largo ciclo que venimos reviviendo desde hace tanto… quizá… eso debería bastar para intentarlo de nuevo. La espiritualidad del alma se hará mortal y por fin hallará la paz y el descanso eterno.

- Así será pues. Fragmentaremos el tiempo, y repartiremos lo que somos en los mundos. Sólo el que evolucione su ciclo completo encontrará el camino de regreso a lo que somos: las últimas voces de las conciencias del universo, que dormirán al fin y las almas que no lo consigan se renovarán de nuevo.


Y se hizo una gran bola de luz, cegándolo todo a su paso. Se borró la memoria y la cuenta empezó desde cero. El mundo cobró forma a escala humana y el estar vivo se hizo milagro.


Texto elaborado para 
el concurso de relatos "La última noche del mundo"
de El Círculo de escritores.


miércoles, 18 de febrero de 2015

La Malvarrosa en invierno.


En mi última visita a la Malvarrosa de Valencia, aunque hace un frío tremendo, el mar y su playa se dejan fotografiar. Aquí os lo dejo. Un saludo!!

sábado, 14 de febrero de 2015

Lluvia de Estrellas


Lluvia de Estrellas

Y aún ahora nada he de ofrecerte
Más que fatiga y unas pocas risas
Momentos pocos, breves y con prisas
En que soñar la dicha de tenerte

Y aún ahora en mi corazón maltrecho
Con nada más que tu cariño como guía
Surcando alegre el mar de melancolía
Navega tu barquito por mi pecho

Y aún ahora recordar la noche aquella
Que llegaste a iluminar mi rumbo triste
Bailando con tu estela de centella

Pues del cielo de verano que Dios viste
De todas la más dulce, pura y bella
Cayó la estrella, y tú naciste.

Soneto escrito por Lope A. Molina

¡MUCHAS GRACIAS!

¡MUCHAS GRACIAS!
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